miércoles, 25 de junio de 2008

horizonte

el invierno puede ser maravilloso.
puede serlo.
no dije que lo fuera taxativamente.

esta mañana de palabras es una linda mañana.
el día arranca y el mate calentito me da una mano para salir de la cama y mirar de frente la ventana y el cielo gris.

otras mañanas, de silencio y corridas y faltas de besos o caricias de bsdías solo pueden compararse al trámite necesario para llegar a la noche que nos lleve a otra mañana.

y el invierno, temprano, cuando apenashayluz,
propone una chance
contra todo pronóstico.

decir

hay mucha gente,
amigos algunos,
yo a veces,
que se jacta de hacer y decir lo que se le canta, en el tono que quiere, a quien sea.

debo reconocer que he profesado esa religión. profeso a veces.
decir cualquier guarrada a cualquiera y ya.
era lo que yo creía y con eso alcanzaba para ser dicho y, en alguna oportunidad, gritado.
amigo o enemigo declarado.
no había distinción.

la cosa es que quizá no sea de las mejores religiones la sinceridad sin filtros.
se parece cada vez más al individualismo brutal, a la falta de solidaridad más liberal, a lo que nos aleja de lo colectivo que soñamos, al egoísmo más filoso.

creo que cierta frontalidad nos puede dejar muy cerca de lo que más odiamos en este mundo.



volveré sobre esto, porque me cruje en el alma.

no es nada

o es todo. no sé.
la cosa es que estoy esperando algo que no pasa y mientras, los cachorros se transforman en perros.

evidentemente el tiempo se está transformando en un tema.
lo puedo resolver armando una carpetita y tirando todo allí. (...)
pero creo que no.

estas últimas semanas han sido bastante agitadas, me quitaron un poco la modorra.
aunque la discusión con julia todavía resuena en mi cabeza, y suena mal.

saltan tantas cosas al aire cuando uno se detiene y mira...

- no es nada,
le dije por teléfono.
- en serio, no es nada.