teníamos la palabra en la punta de la lengua
pero no pudimos.
un gesto apacible nos hundió en el fango
mientras perdíamos de vista el horizonte, pensamos en el barrial en la puerta de la escuela,
en la lluvia y la escarcha.
en el perfume arbolado de la madrugada.
en las hormigas y los ciempiés de fiesta.
el gesto apacible nos aplastó.
y la palabra que era deuda
quedó grito ciego en la soledad de la bahía.