se sentaron a la mesa esperando que ocurriera.
allí estaba ella, con esa hermosa fuente brillante.
se arrellanaron en el goce de ese instante
parsimoniosa cruzó la cocina
y, como cada enero, soltó la fuente
estrellando contra el piso
el guiso de esperanza
y buenos deseos
recocinado en las vísperas.