miércoles, 25 de febrero de 2009

con su permiso


desconozco si es importante o no.

podría decir que no interesa, y que me caigan los demonios de la clase.

lo sensato sería no discutir, siendo como es, sólo evaluable a la luz de cada almanaque de papelitos.

así de sencillo, el razonamiento se vuelve impertinente.


con todo a cuestas, sin las disputas del caso,
me dispuse
exhausta
para una franca estadía en el mar.







martes, 24 de febrero de 2009

tris

el pibe la emocionaba.
los papelitos en la puerta.
su mirada desde lejos y
cierta complicidad en el silencio.
mínimos gestos para un aluvión de mariposas.

una tarde como si nada. 


aparecía con pasito de superhéroe. se acomodaba a su lado y la acompañaba.
a ella, la mujer maravilla.
entonces una sonrisa en la boca, el andar decidido, los puños apretados.

y en algún camino,
de ida o de vuelta,
la mano que se abre para cruzar los dedos y definitivamente,
morirse de amor.

martes, 9 de diciembre de 2008

canté pri

- decime vos.
- no, decime vos
- dale, no seas ganso y decime vos

- decime vos

atolondrada accediste, para asestar el golpe, para salir de la guarida.

golpe de amor para vos.
silencio.

en un relámpago supieron, un amor atrapado en la garganta hasta morir.

viernes, 28 de noviembre de 2008

pellizcame

pestañeo.
una dos tres veces

pestañeo.
una dos tres veces

pestañeo.
una dos tres veces

estoy despierta.

resulta que en el sueño que yo deseo, estás vos, y sos verdad.

compadritos

en el café lindo, un poco moderno, de la esquina del barrio, dos hombres conversan.
cancheros, como casi todos los hombres que comparten mesa en el café.

hablan un poco a los gritos, se muestran que no se gustan -no vaya a confundir-.
no hablan de amores, hablan de minas y de fútbol.

pido un café grande, que me alcance para terminar de escuchar su historia.
pienso que uno sigue siendo pintón. el otro, es más un abuelo viejo.


la luz empieza a perderse. la ciudad arremolina en las ventanas.
la charla de los tipos va bajando de tono. confidencias, parecen.
el café se enfría.

se me hace tarde.
a mi pesar desisto de conocer el final de la historia.


cuando paso, camino a la puerta, por la mesa de los viejos, el pintón llama al mozo casi en un susurro: una lágrima, por favor.

sorprendida, le ofrezco un pañuelito de papel y me cruzo a otro tiempo.